A equipa do Farol não quer deixar de se
juntar, nesta época festiva, a todos os amigos que por aqui passam e como
prova de amizade deseja que levem para os seus blogs este selinho alusivo à
quadra natalícia.
Que os seus raios de luz ajudem a iluminar o vosso e o nosso caminho
em unidade e Amizade.
Um Santo e Feliz Natal para todos vós
Navidad
Tiempo de reflexión y ponderación.
Tiempo de armonía y paz.
Tiempo de amor.
El equipo del Farol no quiere dejar de juntarse en esta época
festiva a todos los amigos que por aquí pasan y como prueba de amistad deseamos
que lleven a sus blogs este sello alusivo de la Navidad.
Que sus rayos de luz ayuden a iluminar vuestro y nuestro
camino en unidad y Amistad.
Muere
el cantante francés Johnny Hallyday a los 74 años por un cáncer de pulmón.
Toda una leyenda en su país, ha fallecido a
causa de un cáncer de pulmón
Grabó 45 álbumes de estudio y 35 en vivo y
vendió 100 millones de discos
El rockero francés Johnny Hallyday,
toda una leyenda en su país, ha muerto a los 74 años a causa de un cáncer de de
pulmón, según ha anunciado este miércoles su esposa Laetitia.
Ha muerto un símbolo de Francia. Más que una
estrella. Más que un ídolo. Un personaje de una popularidad inmensa, absoluta.
Una popularidad más allá de la popularidad. Ha muerto un icono nacional
comparable a los más grandes nombres en cualquiera de las manifestaciones de la
vida de un país caracterizado, entre otras particularidades, por el culto a sus
figuras máximas de la música, el cine, el deporte o la moda.
Fidelidad a
Maurice Chevalier, Edith Piaf, Charles Aznavour, Gilbert Bécaud, Coco Chanel,
Brigitte Bardot, Catherine Deneuve, Jeanne Moreau, Jean Gabin, Alain Delon,
Jean-Paul Belmondo, Marcel Cerdan, Jacques Anquetil, Alain Prost, Michel
Platini, Bernard Hinault... Astros unisex en la
indiscriminada imaginería popular, unidos
en el mismo firmamento a los titanes de la política: Charles de Gaulle,
François Mitterrand, Valéry Giscard d 'Estaing, Jacques Chirac...
Johnny Hallyday se encontraba en esa galaxia
suprema. Desde los años 60, nunca dejó de gozar de una fama inmarchitable.
Periódicamente resucitaba sin haber muerto antes. Y sus canciones, nuevas o
viejas, volvían a escucharse y venderse. Y sus conciertos, repetitivos o
novedosos, tornaban a agotar las localidades. Canciones y conciertos suponían a
la vez un homenaje al viejo rockero y una demostración de vigencia renovada.
Para resumir: Por esa combinación de causas
mensurables y motivos incomprensibles, de lógica y misterio, Johnny Hallyday
era para Francia y los franceses uno de los signos de identidad, de los
emblemas propios y, valga especialmente en esta hora, eternos.
Por descontado, no se llamaba así. Nadie se
llama así si no es artísticamente. Su nombre auténtico era Jean-Philippe
Smet. En su caso, Johnny Hallyday, un nombre tan anglosajonamente obvio que
resulta casi caricaturesco, revelaba su devoción por la cultura popular
estadounidense: el rock, el cine, los automóviles, las Harley... Había nacido
en París el 15 de junio de 1943 de unos padres que se divorciarían a finales de
año. En 1960 comenzaría su carrera discográfica, en la compañía Vogue, con un
primer "redondo" de cuatro canciones encabezadas por Laisse les
filles.
No gustó a todo el mundo. Por ejemplo, a Lucien Morisse, director de Europe 1 (y marido de Dalida),
quien, en el estreno del novel cantante en la emisora, hizo pedazos el disco
allí mismo y profetizó: "Esta es la primera y la última vez que ustedes
oyen el nombre de Johnny Hallyday".
Pocas veces alguien se ha equivocado tanto. Johnny
iba despegando como un cohete. Amadrinado por Line Renaud, una de las divas
de la época, actúa como telonero de Sacha Distel y llama la atención del
público y de las productoras discográficas. En 1961 ficha por Phillips y
participa en la película Les parisiennes, de Roger Vadim, en la que
canta su primer número uno: Retiens la Nuit, una canción compuesta por
dos hijos de emigrantes armenios: Georges Garvarentz y Charles Aznavour.
En 1962, a los 19 años, se producen algunos
acontecimientos capitales en su vida. Primero: Vende un millón de copias de
Lets twist again. Segundo: Aparece, junto a Aznavour, en la portada del
primer número de Salut les copains, la revista que constituirá la Biblia
musical y sociológica de los adolescentes y jóvenes franceses. Tercero: Conoce
a Sylvie Vartan, un sueño femenino de 18 años, "la plus belle pour aller
danser", la más bella del baile, otra canción de Garvarentz y Aznavour, y
forma con ella la pareja más joven, atractiva, mediática y triunfadora del
país. Los novios de Francia. Ambos encarnan el mito conjunto de la belleza y el
éxito. Una foto de Paris Match de 1963 con Sylvie visitando a un Johnny de
uniforme y destinado en Alemania reproduce a dos ángeles rubios y enamorados.
No será así siempre. Se casan en 1965,
cuando Johnny regresa a la vida civil, pero se divorciarán en 1980. En ese
período Johnny vivirá mucho y muy deprisa. Grabará L' idole des jeunes
(versión francesa de Teenage Idol, el "hit" mundial de Ricky
Nelson), Les bras en croix, À tout casser, Que je t'aime...
canciones de ventas millonarias. Intentará suicidarse, tendrá accidentes
automovilísticos, síncopes por agotamiento, operaciones de cadera y más
accidentes, en uno de los cuales, en 1969, se romperá la nariz y Sylvie quedará
desfigurada, aunque la cirugía conseguirá reconstruirle el rostro....
Johnny es entonces el paradigma del rockero
veloz que quema años, coches, canciones y seguirá haciéndolo, en una especie de
apoteosis de una falsa eterna juventud. En un afán entre inconsciente y
deliberado, sincero y comercial, de no quedarse atrás y marchar al juvenil
compás de los tiempos, será también "hippy", "beatnik",
afiliado a cualquier corriente musical y vital que surja y se extienda. Entre
1981 y 1995 contraerá matrimonio cinco veces (dos de ellas con la misma mujer,
después de haberse divorciado de ella). Desde 1995 permanecía casado con
Laetitia Baudou. La llegada del siglo XXI le descubrió la pasión por
participar en rallyes, entre ellos el Dakar, y lo condujo a su último contrato
discográfico (con Warner France) y a la compra de una mansión en Los Ángeles.
El autor de estas líneas trabajó con él
durante casi un mes en París, en 1981, en un L.P con versiones en español de sus
grandes éxitos. Y da fe del carácter caprichoso y algo pueril, pero también
extremadamente generoso, de un Johnny Hallyday siempre en la cima de Francia,
desde donde proyectó sus ecos al resto del mundo. Un gigante que grabó 45
álbumes de estudio y 35 en vivo, vendió más de 100 millones de discos,
intervino en ocho películas y protagonizó 400 giras. Hoy ya es otro cadáver inmortal.